Artículos | Estudios Fronterizos, vol. 14, núm. 27, 2013, 123-150 |
La estructura y la jefatura de los hogares de la frontera norte en la última década
Structure and headship of northern border homes in the last decade
Eunice D. Vargas Valle* y Ana María Navarro Ornelas**
* El Colegio de la Frontera Norte.
Correo electrónico: eunice@colef.mx
** El Colegio de la Frontera Norte.
Correo electrónico: anavarro@colef.mx
Artículo recibido el 27 de junio de 2012.
Segunda versión aprobada el 1 de marzo de 2013
Resumen
El objetivo de este trabajo es describir las tendencias en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte de México entre 2000 y 2010, así como los cambios en los perfiles demográficos de los hogares por tipo de estructura y jefatura de los hogares. Se registraron tres tendencias relevantes: el aumento de los hogares unipersonales, la ligera disminución de los hogares extensos y el incremento de los hogares de jefatura femenina. Estas tendencias apuntan hacia la intersección de complejos procesos estructurales y coyunturales. Por un lado, el proceso de envejecimiento de la población sigue en marcha y los procesos culturales ligados al valor por la autonomía individual versus el altruismo familiar siguen evidenciándose en el aumento de hombres solos y jefas de hogar. Por otro lado, procesos coyunturales tales como las crisis económicas y las políticas migratorias y de seguridad de Estados Unidos han repercutido en la reducción de la inmigración interna a la frontera y el alza de la migración de retorno de Estados Unidos, factores que a su vez han alterado las estructuras de los hogares fronterizos.
Palabras clave: hogares unipersonales, jefatura femenina, migración interna, migración de retorno, divorcio.
Abstract
The objective of this study was to describe the trends in household structure and female headship on the northern border of Mexico between 2000 and 2010, as well as the changes in their demographic profiles. There were three relevant trends: the increase in single person households, the slight decrease in extended households and the rise in female headship. These trends indicate the intersection of complex structural and conjunctural processes. On the one hand, population aging is an ongoing process, and the cultural processes linked to the value of individual autonomy versus familial altruism continue advancing as seen by the rise in men living alone and women heading households. On the other hand, conjunctural processes such as the economic crises and the recent migratory and security policies of the United States have influenced the reduction of internal immigration to the border and the increase of return migration from this country, which in turn have contributed to modifying the composition of border households.
Keywords: single person households, female headship, internal
Introducción
Este trabajo tiene como objetivo general analizar las tendencias en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte en el periodo 20002010, así como los perfiles demográficos de éstos, a partir de los censos de población. El estudio de las estructuras de los hogares ha sido fundamental en el análisis sociodemográfico por la importancia que tiene el hogar como mediador entre el individuo y la sociedad en la concentración y distribución de los recursos socioeconómicos. Quiénes forman el hogar y quiénes tienen la autoridad para distribuir los recursos generados han sido preguntas clave, pues éstos son aspectos que influyen en los niveles de bienestar de los miembros del hogar. Además, el análisis de los vínculos entre la configuración de los hogares y las estructuras sociales vigentes en determinado espacio geográfico también ha sido esencial tanto para conocer los condicionantes de las estrategias de reproducción de las familias como para el diseño de intervenciones públicas efectivas encaminadas al desarrollo social (López, 2001).
En particular, el análisis de la composición y la jefatura de los hogares de la frontera norte de México a partir de la nueva información censal se justifica tanto por la necesidad de actualizar el conocimiento de los niveles de estas variables como por la importancia de conocer si algunas transformaciones sociodemográficas de corto y mediano plazos están teniendo una incidencia en la conformación de los grupos domésticos de esta zona del país. Nos referimos, en primer lugar, a la abrupta caída de la inmigración interna (INEGI, 2011a) y al aumento de la inmigración de retorno internacional del último lustro (Zenteno, 2012), y en segundo lugar, a otras transformaciones que forman parte de procesos de más larga duración como son el avance del envejecimiento poblacional y el alza de las separaciones y divorcios en México (INEGI, 2011a). La población de la frontera, la cual ha ido a la vanguardia en cambios demográficos como la baja de la fecundidad (Zavala, 1999) y el aumento de los divorcios y separaciones (Ojeda y González, 1992), ha presentado transformaciones en las estructuras de sus hogares en las últimas décadas, tales como el aumento de las jefaturas femeninas y de los hogares ampliados y no familiares (Navarro, 2008; López, 2009). Estas transformaciones han sido similares a las de las zonas más afectadas por la modernización y la marginación urbana en México, pero han tenido el sello particular de una historia de acelerada inmigración y de intensas relaciones socioeconómicas y culturales con la población de la frontera sur de Estados Unidos.
Los objetivos específicos de este estudio son: 1) describir los cambios en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte en la última década; 2) ubicar la estructura y la jefatura femenina de los hogares fronterizos en el contexto urbano nacional, con el fin de conocer si la composición de los hogares fronterizos se diferenciaba de la composición de los hogares del resto del país; y por último 3), examinar los cambios recientes en algunas características sociodemográficas de los hogares con el fin de identificar factores asociados a los cambios en la estructura y jefatura de los hogares en la última década. Con base en los hallazgos recientes sobre la estructura y la jefatura de los hogares (Navarro, 2008; López, 2009), se plantea como hipótesis de trabajo que, en los últimos años, los hogares no familiares y de jefatura femenina continuarán incrementándose. El análisis descriptivo de las características sociodemográficas de los hogares por estructura y jefatura de los hogares se realizó de manera exploratoria.
Antes de iniciar con el análisis estadístico, se hace una síntesis de los factores demográficos, socioeconómicos y culturales que se han identificado como condicionantes de la estructura y la jefatura de los hogares en México. Enseguida presentamos la metodología utilizada para el análisis estadístico y exponemos los principales resultados. Finalmente, concluimos con algunas reflexiones sobre la situación actual de los hogares en la frontera norte a la luz de los datos obtenidos.
Las estructuras de los hogares ante las transformaciones socioeconómicas y culturales recientes
El interés académico en los hogares en México, y en general en América Latina, se remonta a la crisis del modelo económico desarrollista de finales de los años de la década de 1960. El análisis de los hogares y su vínculo con la estructura social empezó a cobrar sentido al cuestionarse las hipótesis que daban cuenta de la asociación inequívoca entre el desarrollo económico y el bienestar social y del reconocimiento de la dependencia externa de los países latinoamericanos y de su desigualdad socioeconómica interna (Jelin, 1991). A partir de entonces, se ha documentado una serie de factores socioeconómicos, demográficos y culturales asociados a los cambios en la configuración de los hogares, así como a sus estrategias de reproducción y condiciones de vida. Aquí delineamos los principales argumentos concernientes a las transformaciones en la estructura de las unidades domésticas más recientes y dejamos los factores sociodemográficos que han tenido mayor peso en la explicación del aumento de la jefatura femenina para el siguiente apartado.
Una de las tendencias en la estructura de los hogares mexicanos es la persistencia de las altas proporciones de hogares extensos y compuestos. Una explicación para este fenómeno son las continuas crisis económicas de las últimas décadas y los cambios económicos ligados a la implantación del modelo económico neoliberal (Ariza y Oliveira, 2001). Las políticas de estabilización y ajuste para hacer frente a las crisis económicas se ligaron a la caída de los salarios reales y a la contracción del gasto social; aspectos que intensificaron el papel del hogar como fuente de protección económica y asistencia social. Además, la precarización laboral también influyó en la necesidad de incrementar el número de trabajadores potenciales en los hogares. En este contexto, la corresidencia con familiares o no familiares se ha interpretado como una estrategia de supervivencia de las familias ante las dificultades económicas y, en general, el deterioro de las condiciones de vida de la población (González de la Rocha, 1986; Wong y Levine, 1992; García, 1998).
Además de los aspectos macroeconómicos, los aspectos sociodemográficos también han tenido un papel importante en la continuidad de los hogares extensos y compuestos en México. En primer lugar, las migraciones internas hacia las zonas de mayor empuje económico del país han coadyuvado a la permanencia de estos tipos de hogares, como lo demuestra la mayor probabilidad de los hogares compuestos y extensos de tener al menos un migrante reciente1 (Chávez y Serrano, 2003). Ante las dificultades socioeconómicas de los migrantes para la instalación en los lugares de destino, las redes de familiares o amigos de previo arribo o que realizan la migración de forma simultánea han sido importantes y esto se refleja en la composición de sus hogares. En segundo lugar, el envejecimiento poblacional, como resultado de la rápida transición demográfica experimentada en México, ha creado el escenario propicio para la convivencia de más de dos generaciones en un mismo hogar, con el fin de facilitar el intercambio de apoyos socioeconómicos (Ybáñez, Vargas y Torres, 2005). En tercer lugar, la inestabilidad conyugal y el embarazo adolescente también han repercutido en la corresidencia con otros parientes o no parientes de madres solas, quienes requieren de la presencia de otros adultos en el hogar para facilitar la manutención y la supervisión de los hijos (García, 1998).
Otra tendencia reciente en la estructura de los hogares es el ligero aumento en los hogares unipersonales. Como afirma Echarri (2009), a partir de una lectura histórica, se capta un panorama de fluctuación en la proporción de hogares unipersonales a lo largo del siglo XX, en lugar de un incremento continuo. Sin embargo, las tendencias de la última década parecen apuntar hacia un ligero aumento de este tipo de hogares a escala nacional, como se verá más adelante. Las explicaciones para este fenómeno se ubican de manera primordial en dos planos de análisis: el sociodemográfico y el cultural, los cuales guardan estrechas interconexiones.
En el ámbito sociodemográfico, la transición demográfica y la migración han incidido notablemente en la formación de hogares unipersonales. Algunas consecuencias de la transición demográfica en México, como el aumento de la esperanza de vida y la disminución en el número de hijos, han coadyuvado a que más personas de edades avanzadas vivan solas (García y Rojas, 2002). Además, la formación de hogares unipersonales en los adultos mayores se ha intensificado en algunos contextos debido a la emigración de los hijos (Echarri, 2009).
En cuanto a la posible alza de los hogares unipersonales de jóvenes y adultos, algunos factores importantes son la inmigración interna e internacional. La migración interna de jóvenes en edades laborales puede incrementar la frecuencia de hogares unipersonales en ciertas zonas de México, como se ha conjeturado para la frontera norte y las costas (Delaunay, 1998). Además, el aumento de la deportación reciente de mexicanos provenientes de Estados Unidos (Bennet, 2011) también puede estar ligado al incremento de hogares unipersonales. Ya para 2005, alrededor de 11% de los inmigrantes de retorno internacional se concentraba en este tipo de hogares en los municipios con más altas tasas de inmigración de retorno de Estados Unidos, como son las principales ciudades fronterizas (Masferrer y Roberts, 2012). Y este patrón se pudo haber intensificado, pues con el aumento de las deportaciones en el último lustro se ha hecho más frecuente el retorno de personas con una larga trayectoria de residencia en Estados Unidos (Zenteno, 2012), con familia en este país y escasas redes sociales en los lugares de retorno, y que optan por no regresar a sus lugares de origen por falta de oportunidades (Masferrer y Roberts, 2012).
La propensión a residir solos, especialmente durante la juventud o adultez, también puede entenderse en el contexto de las transformaciones culturales recientes. Lesthaeghe (1995) ha argumentado que los cambios familiares en Europa y Estados Unidos a partir de los años de la década de 1960 tienen sus raíces en diversas fuentes axiológicas. Entre éstas están: la importancia concedida a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio versus el altruismo conyugal; el valor por la autonomía individual versus el autoritarismo; y la prominencia del individualismo sobre el compromiso familiar y social. Desde esta perspectiva, los hogares unipersonales podrían ser vistos también como una consecuencia del valor por la autonomía del individuo, cuya promoción en México y en particular en la frontera norte se pudo haber intensificado con la globalización. Así, jóvenes y adultos podrían preferir la independencia residencial que vivir con sus padres, parejas o parientes, estando solteros o tras una disolución conyugal.
Factores sociodemográficos asociados a la jefatura femenina
Diversos estudios han documentado una tendencia al incremento de los hogares encabezados por mujeres tanto en la frontera norte de México como a escala nacional (Acosta, 1995; Ariza y Oliveira, 2001; García y Rojas, 2002). A pesar de lo anterior, la proporción de jefas de hogar podría estar subestimada, pues la jefatura femenina que logra captar el censo corresponde a la identificación de estas mujeres por parte de los miembros del hogar o a su autoidentificación como responsables de los recursos del grupo doméstico; lo cual, en una cultura patriarcal como la mexicana, se asocia casi siempre a la ausencia de los esposos y no a la persona en quien recae mayoritariamente la manutención del hogar (Acosta, 1995).
¿Cuáles son las razones sociodemográficas y culturales que explican este incremento de la jefatura femenina? Uno de los principales argumentos es que la jefatura de hogar está estrechamente relacionada con el ciclo de vida personal y familiar (Echarri, 2009). Las mujeres de edades avanzadas tienden a permanecer viudas, debido a su mayor longevidad y menor propensión a contraer segundas nupcias. Sin embargo, hay otro tipo de jefaturas femeninas, que se atribuyen a la ausencia temporal o permanente de los esposos. Algunos factores sociodemográficos asociados a este tipo de jefaturas femeninas son las separaciones o divorcios, la maternidad en soltería y las migraciones (Oliveira, Eternod y López, 1999).
Los cambios en el estado conyugal de la población han sido un factor relevante en el aumento de la jefatura femenina.
Desde la década de 1980 se ha documentado el incremento en el número de separaciones y divorcios en la frontera norte por diversos motivos como los problemas conyugales, la valoración por la autonomía individual y la participación económica y social de la mujer (Ojeda y González, 1992). En las zonas urbanas de México, los divorcios han sido más frecuentes por el mayor acceso de las mujeres a la educación, el empleo y los recursos legales, y por la menor estigmatización de las personas que rompen el vínculo conyugal (Ojeda y González, 2008);2 factores que en conjunto pueden tener una incidencia en el incremento de las jefaturas femeninas en la frontera norte. Por ejemplo, la incorporación de las mujeres a la actividad laboral puede brindar la oportunidad de tener un ingreso propio y mayor poder de decisión, y por lo tanto, la posibilidad de sostener a su familia y de dirigirla en situaciones conyugales de violencia doméstica o de abandono o irresponsabilidad económica de los maridos (Vega, 2010).3
Otros factores asociados a la jefatura femenina han sido la maternidad en soltería y las migraciones internas e internacionales. En primer lugar, las madres que permanecen en estado de soltería, regularmente adolescentes o jóvenes, enfrentan el abandono e irresponsabilidad de los padres de sus hijos (Rodríguez y Hopenhayn, 2007), y esto las lleva, cuando carecen de apoyo familiar, a asumir la jefatura de sus familias. Por su parte, también las migraciones pueden contribuir al incremento de la jefatura femenina, ya sea por la migración de las mujeres jóvenes y su salida de la familia de origen o por la migración temporal de los cónyuges (Oliveira, Eternod y López, 1999; Martínez, 2008). La migración de los cónyuges se liga a cambios en la organización familiar, los cuales se ven reflejados en la identificación de las esposas como jefas de hogar y, en algunos contextos, incluso en su participación económica (Navarro, 2010).
Metodología
Las fuentes de información utilizadas en este estudio fueron las muestras del 10% de los censos de población y vivienda 2000 y 2010. La unidad básica de análisis fue el hogar. Se utilizó el criterio de vecindad geopolítica para la delimitación de frontera. La muestra de hogares fronterizos se limitó a aquellos que se ubican en los 37 municipios colindantes con Estados Unidos. El número de hogares fronterizos de la muestra censal en el año 2000 fue de 91 175 y en el año 2010 de 79 849.
La principal limitación de la información constituye el cambio en la definición censal de hogar entre 2000 y 2010. En el censo del año 2000, los hogares fueron constituidos por las personas que vivían bajo el mismo techo y que tenían el gasto común. En contraste, en el censo de 2010 los hogares fueron definidos solamente en función de la residencia en la misma vivienda. Este cambio ha generado incertidumbre sobre la posibilidad de comparación entre los resultados de un año a otro. Sin embargo, el problema de la falta de correspondencia entre uno y otro concepto es menor. Sólo en 1.4% de las viviendas en el año 2000 se tenía dos o más hogares en los municipios fronterizos. Por esta razón, nosotros argumentamos que los resultados pueden compararse, pero que se tiene que tener cautela en la interpretación. El cambio en la definición de hogar implica una ligera subestimación de los hogares nucleares y unipersonales en 2010, ya que las personas solas o familias que vivían con otros familiares y no compartían el gasto, que se tomaron en 2000 de manera independiente, en 2010 se ubicaron como parte de hogares extensos o compuestos al eliminarse el criterio del gasto común en alimentación.
Por otra parte, una característica de la información sobre hogares proveniente de las muestras de los censos de población es que las muestras no están diseñadas para la estimación del número de hogares en términos absolutos, sino que sólo nos permiten estimar promedios y proporciones de las características de los hogares con cierto grado de confianza (INEGI, 2011b). Por tal motivo y con el fin de validar las estimaciones derivadas de la muestra, se calculó la distribución de los hogares por tipo de hogar y sexo del jefe con base en los resultados generales tanto del cuestionario básico como del cuestionario ampliado (muestra). Como se observa en los cuadros 1 y 6, la distribución porcentual de los hogares según tipo de hogar y sexo sólo reflejó una diferencia mínima entre ambos cuestionarios (menor a 1% en todos los casos). Por lo tanto, se procedió a explorar los perfiles sociodemográficos de los hogares en ambos años a partir de los microdatos censales, los cuales están disponibles públicamente y posibilitan la unión de las características de los hogares con las características de los jefes y la desagregación de la información a nivel municipal.
En cuanto a los ejes de análisis, la primera variable analizada fue la estructura del hogar, la cual se definió de acuerdo al parentesco de los miembros del hogar. Los hogares nucleares se conformaron por el jefe, la esposa o el esposo y/o sus hijos. Los hogares extensos incluyeron, además de los anteriores, otros parientes que conviven en el hogar; y los hogares compuestos fueron integrados también por otros no parientes. Respecto de los hogares no familiares, los hogares de corresidentes fueron agregados con los hogares compuestos, por su baja frecuencia en la frontera norte, pero se conservó en una categoría independiente a los hogares unipersonales.
La segunda variable de interés fue la jefatura femenina. Esta variable dependió de la percepción de quien contesta el cuestionario censal sobre quién es el jefe del hogar. Esta variable tomó el valor de 1 cuando el jefe era mujer y de 0 cuando era hombre.
El análisis de las tendencias en los perfiles sociodemográficos de los hogares incluyó una serie de variables del jefe y del hogar. Del jefe se tomó en cuenta la edad, el sexo y el estado civil. De los miembros del hogar se consideró la inmigración intermunicipal reciente de algún integrante del hogar, la migración internacional y la migración de retorno internacional. Para estas variables de migración, el periodo de referencia fue si los integrantes del hogar registraron algún movimiento migratorio en los cinco años previos al levantamiento censal.
El análisis se basó en estadística descriptiva con el fin de mostrar las tendencias y los cambios en los perfiles de los hogares fronterizos en la última década. Se calcularon frecuencias y medias con pesos muestrales y se utilizaron pruebas chi2 para conocer la significancia estadística de las diferencias entre los niveles de la estructura de los hogares y la jefatura femenina de la frontera norte y la República Mexicana; así como para hacer algunas inferencias de asociación estadística entre las características demográficas y socioeconómicas de los hogares y su composición. Enseguida se comentan los principales resultados obtenidos a partir de este análisis.
La estructura de los hogares
Cambios en la composición de los hogares en la última década
Como se observa en el cuadro 1, entre el año 2000 y 2010 se registraron dos cambios en la composición de los hogares de la frontera norte: el ligero descenso en los hogares nucleares y extensos y el aumento en los unipersonales. De acuerdo con el cuestionario básico del Censo de Población, los hogares nucleares disminuyeron de 66.4% a 63.8%, mientras que los hogares extensos lo hicieron de 23.7% a 22.3%.4 El cambio más importante en los hogares fronterizos ocurrió en los hogares unipersonales, los cuales aumentaron de 7.3% a 11.3%, incremento mayor al registrado a escala nacional, de 6.3% a 8.8% (cálculos propios a partir del cuestionario básico de los censos de población). Las diferencias en los resultados obtenidos mediante el cuestionario básico y el ampliado fueron mínimas y ambos cuestionarios apoyaron las tendencias antes descritas.5
¿Qué pudo haber originado esta transformación en los hogares fronterizos? Una primera explicación sería la falta de comparabilidad entre los censos de 2000 y 2010, producto del cambio en la definición censal. Sin embargo, como ya anotamos, si tomamos en cuenta que aquellas personas que vivían con otros familiares o no familiares pero no compartían el gasto fueron clasificadas en el 2010 en hogares extensos, compuestos o de corresidentes, lo más lógico es pensar que de haber seguido con la definición censal del 2000, el porcentaje de hogares unipersonales hubiera sido mayor y el de hogares extensos aún menor en esta zona de México.
Una segunda hipótesis de la disminución de los hogares familiares y el incremento de los unipersonales podría ser el aceleramiento del envejecimiento poblacional, con la caída de la inmigración interna a esta zona de México (INEGI, 2011a), pues se ha mostrado que en contextos fronterizos de menor inmigración interna el proceso de envejecimiento será más rápido (Ybáñez y Alarcón, 2007). En el cuadro 2 se encuentra la composición de los hogares según la edad del jefe para los años 2000 y 2010. En general, este cuadro muestra, en ambos años, la disminución de los hogares nucleares y compuestos conforme avanza la edad del jefe, de acuerdo al ciclo de vida familiar y personal; una tendencia a encabezar hogares extensos a partir de los 50 años, posiblemente por la permanencia de los hijos recién casados en el hogar; y el aumento pronunciado de la probabilidad de vivir solo a partir de los 65 años.
Al contrastar 2000 y 2010, se observa el mayor crecimiento de hogares unipersonales entre los jefes adultos menores de 50 años, especialmente entre los 35 a 49 años, en comparación con los hogares de jefes de mayor edad. El cuadro 2 también revela que los hogares con jefes adultos mayores sólo constituyen 9.5% y 11.5% de los hogares en 2000 y 2010 respectivamente. Por ello, podemos concluir que gran parte del cambio en los hogares unipersonales obedece a razones ligadas al aumento en la propensión de la población joven y adulta a vivir solitariamente, ya sea por valorar la independencia residencial, haber cambiado de lugar de residencia sin familiares y/o por cambios en el estado civil de la población.
Finalmente, en cuanto a la disminución de los hogares nucleares y extensos, es importante notar que ambos tipos de hogares disminuyeron a cualquier edad del jefe. El cambio relativo más importante se registró en los hogares extensos, cuyas frecuencias en 2010 representaron 90% de las de 2000 en todos los grupos de edad.
La particularidad de la composición de los hogares de la frontera norte
En los años de la década de 1980, la justificación del estudio de la población fronteriza partió del supuesto de la especificidad regional del comportamiento de ésta respecto al de la población nacional (Coubès, 2000). Sin embargo, conforme se fue profundizando en el análisis demográfico, se matizó esta perspectiva. Diversos autores mostraron la similitud del comportamiento demográfico fronterizo al de las otras poblaciones altamente urbanas de México (Delaunay, 1995; Brugeilles, 1998, citados por Coubès, 2000) y argumentaron que la condición urbana de la frontera explicaba en buena medida el diferencial entre algunas características de la población fronteriza y la población nacional. Por consiguiente, la comparación de los indicadores demográficos por nivel de urbanización es fundamental. En 2010, 90.7% de los hogares fronterizos residía en localidades de 15 000 o más habitantes, mientras que sólo 62.8% de los hogares en el resto de México se ubicaba en este tipo de localidades (cuadro 3).
El cuadro 3 muestra que tanto en las áreas rurales como en las áreas urbanas de la frontera norte hay relativamente menos hogares extensos y más hogares unipersonales que en las áreas rurales y urbanas del resto de México. Además, en la frontera norte, aunque es menos común corresidir con la familia extendida verticalmente como padres, abuelos, suegros, nueras, yernos o nietos del jefe de hogar, es más frecuente tener una residencia independiente o corresidir con otros familiares, sin parentesco en dirección vertical, como hermanos, primos, sobrinos, tíos y concuños. Esta tendencia a corresidir con la familia extendida lateralmente puede estar vinculada al efecto de la inmigración interna en la composición de los hogares fronterizos tanto a corto como a largo plazos. Por un lado, las redes de los parientes en línea horizontal pueden ser relevantes para el asentamiento de los jóvenes migrantes en esta zona de México (Chávez y Serrano, 2003); por otro, la corresidencia intergeneracional puede verse limitada por la falta de disponibilidad de padres o abuelos con quien corresidir entre los inmigrantes.
Al respecto es importante mencionar que el ligero descenso de los hogares extensos durante la última década se debió precisamente a la disminución en los hogares extensos lateralmente, pues pasaron de 9.8% en 2000 a 8.2% en 2010 (cálculos propios con los microdatos censales).6 En este sentido, podemos deducir que la caída de la inmigración interna incidió en la disminución de los hogares extensos de la última década.
En cuanto a la mayor concentración de hogares unipersonales en la frontera norte, es importante resaltar que esta tendencia no sólo se registró en las ciudades de la frontera sino que fue mayor en las áreas rurales, y por consiguiente, los contrastes entre los hogares rurales de la frontera y los del resto de México fueron muy marcados. En la frontera norte la similitud de los hogares rurales a los urbanos puede deberse a la mayor integración social y económica entre ambas zonas, a comparación de otras zonas de México donde la marginación rural es mayor (Conapo, 2011). A continuación se explorarán algunas características sociodemográficas que pudieran dar luz sobre estos cambios recientes en las estructuras de los hogares.
El perfil sociodemográfico de los hogares de la frontera por estructura del hogar
Los cuadros 4 y 5 muestran los perfiles sociodemográficos de los hogares de acuerdo con su estructura en 2000 y 2010. En primer lugar, se observa un cambio notable en el estado civil de los jefes entre 2000 y 2010 (cuadro 4). Los divorciados y separados se incrementaron en los hogares unipersonales, pues de ser 2.4 de cada 10 personas solas en 2000, representaron 3.1 de cada 10 personas solas, lo cual confirma la importancia de la disolución de uniones en el aumento de este tipo de hogares. Asimismo, en los hogares nucleares y extensos se incrementó el porcentaje de jefes separados o divorciados. Esto coincide con la argumentación teórica inicial sobre las transformaciones en los valores familiares (Lesthaeghe, 1995), que propician que se disuelva la unión aun ante la presencia de hijos en el hogar.
Las tendencias en las características sociodemográficas de los hogares fronterizos atestiguan los enormes cambios ocurridos en la última década en materia de migración. En primer lugar, se observó un declive (de alrededor de 50%) en la proporción de hogares con migrantes del interior de México en todos los tipos de hogar. La mayor disminución relativa se registró en los hogares compuestos, seguidos por los hogares unipersonales y nucleares y finalmente por los extensos. Sin embargo, a pesar de esta disminución, las redes familiares y de amigos para la migración y el asentamiento de los migrantes internos en la frontera norte siguieron siendo fundamentales, como lo muestra en 2010 la todavía alta frecuencia de hogares extensos y compuestos con inmigrantes del interior del país (14.5% y 22.5% respectivamente), a comparación de la más baja frecuencia de hogares de tipo nuclear y unipersonal con inmigrantes.
En segundo lugar, respecto de la migración internacional, aunque sólo se observó un ligero decremento de los hogares con migrantes internacionales en los hogares compuestos y unipersonales, se exhibió un importante aumento de hogares con migrantes de retorno internacional. Esta última tendencia se registró en todos los tipos de hogar, aunque el porcentaje de cambio entre 2000 y 2010 fue mayor en los hogares unipersonales que en los demás tipos de hogar. En los hogares unipersonales se duplicaron los migrantes de retorno de Estados Unidos, de 2.2% a 4.8% entre 2000 y 2010, lo cual puede vincularse al incremento en las deportaciones por los puntos de cruce fronterizo en los últimos años.7 En los hogares compuestos es donde se concentraron más migrantes de retorno internacional tanto en 2000 como en 2010, y el incremento entre 2000 y 2010 también fue notable (de 4% a 7.2%). Estas tendencias pueden deberse a la falta de vínculos familiares de los migrantes de retorno en los lugares de arribo y a la necesidad de éstos de quedarse en estas áreas de mayor desarrollo económico y más altas probabilidades de inserción laboral (Masferrer y Roberts, 2012).
La jefatura femenina o masculina de los hogares
Tendencias recientes de la jefatura femenina por edad y estructura del hogar
El incremento reciente de los niveles de jefatura femenina en los hogares de la frontera norte de México se puede apreciar en el cuadro 6. De acuerdo con el cuestionario ampliado del Censo de Población,8 los hogares dirigidos por mujeres pasaron de 20.6% en 2000 a 25.3% en 2010, incremento ligeramente superior al observado a escala nacional, que fue de 20.5% a 24.5% en el mismo periodo (cálculos propios con base en los microdatos del Censo de Población).
Al desglosar la jefatura por grupos de edad del jefe (cuadro 6), se observa que las mujeres jóvenes y adultas fueron las principales generadoras del aumento reciente de la jefatura femenina en la frontera norte de México. El grupo de las jefas menores de 35 años registró un aumento de 14% a 19.2% entre 2000 y 2010, y el grupo de las jefas de 3549 años de edad de 18.8% a 22.3% en el mismo periodo. En contraste, el cambio relativo en los grupos de mayor edad fue menor.
¿Qué pudo haber generado este aumento de jefas jóvenes? La gráfica 1 muestra que los incrementos más relevantes en este indicador se dieron en los hogares nucleares y extensos, aunque también se registró el alza de la jefatura femenina en los hogares compuestos. Esta gráfica confirma, por un lado, el aumento de las madres solas con hijos que mantienen su independencia residencial y, por otro, la importancia de la corresidencia de las jefas de hogar con familia extendida como estrategia familiar para enfrentar dificultades económicas y situaciones de vulnerabilidad social (González, 1999).
En cambio, se exhibió la disminución de la jefatura femenina en los hogares unipersonales. Es decir, fueron los hombres quienes tendieron a concentrarse en hogares unipersonales en esta frontera durante la última década. Por un lado, esto coincide con los perfiles de los migrantes de retorno (Masferrer y Roberts, 2012); por otro, es posible que también los hombres separados o divorciados estén aumentando y valorando más la independencia residencial. En el último apartado de este artículo exploraremos las características por sexo de los hogares unipersonales con el fin de profundizar en estas hipótesis.
Las similitudes y diferencias de la jefatura femenina en los ámbitos fronterizo y nacional
El cuadro 7 muestra que la jefatura femenina está asociada a un mayor nivel de urbanización tanto en la frontera norte como en el resto de México y que es en las zonas urbanas donde se presentaron diferencias regionales en las frecuencias de jefatura femenina en 2010. Las diferencias en el nivel global de la jefatura femenina en las áreas rurales fueron nulas, mientras que en las áreas urbanas el nivel de la jefatura femenina fue ligeramente menor en la frontera norte que en el resto de México.9
Al desagregar los hogares de acuerdo a su estructura, se observó que la jefatura femenina fue mucho menor en los hogares unipersonales de la frontera norte que en el resto de México, tanto en el ámbito rural como en el urbano. Es decir, la alta frecuencia de hombres solos no se explicó por el componente urbano de la frontera norte. Además, se observó en la frontera norte un nivel ligeramente más alto de jefatura femenina en los hogares nucleares y un nivel menor en los extensos, especialmente en zonas rurales. Finalmente, en cuanto a la jefatura femenina en los hogares compuestos por nivel de urbanización, ésta no presentó una tendencia clara. En las zonas rurales, las jefas fronterizas tendieron más a encabezar hogares compuestos que las jefas del resto del país, pero en las zonas urbanas se invirtió la tendencia.
Cambios sociodemográficos de los hogares de la frontera norte de acuerdo al sexo del jefe
Las transformaciones sociodemográficas ocurridas en los hogares de la frontera norte se dieron de manera diferenciada de acuerdo al sexo del jefe del hogar y el tipo de hogar. En el cuadro 8 se exponen de manera separada las características de los hogares unipersonales y los demás tipos de hogares debido a las diferencias en las tendencias de la jefatura femenina antes mencionadas.
En los hogares de dos o más miembros, el cambio más notable en las características demográficas fue el incremento de las divorciadas y separadas, de 29% a 33% en la última década. La disolución conyugal tuvo un papel fundamental en el aumento de las jefas en hogares de dos o más miembros. Si bien también los jefes divorciados y separados aumentaron en este tipo de hogares, aquéllos siguieron constituyendo una proporción muy baja, 2.5% frente a 33% de las jefas de hogar en 2010. Esto puede explicarse por las diferencias de género en el papel que desempeñan hombres y mujeres en la familia, pues son las madres las que asumen la jefatura de sus familias tras la separación conyugal y se quedan al cuidado de los hijos y de otros familiares. Respecto de los cambios recientes en las características migratorias de este tipo de hogares, no se observaron cambios diferenciados por tipo de jefatura. Tanto en hogares de jefatura femenina como de jefatura masculina se notó una caída comparable de la inmigración interna e internacional y un incremento en el retorno internacional.
En cuanto a los hogares unipersonales, se registraron cambios relevantes en el estado conyugal, especialmente entre los hombres. Si bien entre las mujeres que viven solas aumentaron las divorciadas o separadas, de 20% en 2000 a 24% en 2010, entre los hombres se observó un incremento mayor en este estado conyugal, de 26% a 35% en este mismo periodo (cuadro 8). Es decir, tras la disolución conyugal los hombres tendieron en mayor medida a mantener su independencia residencial, a diferencia de las mujeres. Un estudio cualitativo de estos hombres divorciados y separados que viven solos nos permitiría observar en qué medida esto se asocia al cambio en la valoración por la autonomía individual y al efecto que pudiera tener la crisis económica en la dificultad de éstos para formar y sostener una nueva familia.
Las variables de migración también sufrieron cambios relevantes entre los hombres solos. La proporción de migrantes internos se redujo de 17% a 7% en la década, lo cual indica que de haberse continuado con una alta migración interna el porcentaje de hogares unipersonales hubiera sido mayor. Sin embargo, tanto la disolución conyugal como el alza de la migración de retorno internacional le hicieron un contrapeso positivo a la baja de la inmigración interna. El aumento relativo de hombres en hogares unipersonales que vivían en Estados Unidos en 2005 superó el 100%. Entre los hombres solos, los migrantes de retorno internacional pasaron de 3% en 2000 a 6.4% en 2010. Estos datos nos muestran que el incremento de hombres solos en la frontera fue multifactorial. Así, el alza en la proporción de hombres solos no sólo resultó del posible valor creciente por la autonomía individual, sino que también fue influida por los factores coyunturales que originaron la baja de la migración interna y el alza de la migración de retorno hacia la frontera.
A manera de conclusión
A lo largo de este trabajo pudimos observar tres tendencias relevantes en los grupos domésticos de los municipios de la frontera norte entre 2000 y 2010: el aumento de los hogares unipersonales entre los hombres; la ligera disminución de los hogares extensos; y el incremento de los hogares de jefatura femenina. También constatamos que la estructura y la jefatura de los hogares de la frontera norte, aunque semejantes a los de las zonas urbanas de la República Mexicana, presentaron algunas particularidades, como la mayor frecuencia de hogares unipersonales y la menor incidencia de hogares extensos.
Al explorar los perfiles demográficos de los hogares según la estructura y el tipo de jefatura de éstos, sobresalieron algunas explicaciones de las tres tendencias antes mencionadas. En primer lugar, en cuanto al crecimiento de los hogares unipersonales, se distinguió el incremento de personas que viven solas entre la población joven y adulta de sectores tanto rurales como urbanos, especialmente del sexo masculino, con antecedentes de divorcio o separación, o en soltería, y con experiencia migratoria de retorno. Aunque el envejecimiento lento, pero sostenido, explica parte del crecimiento de los hogares de personas solas, otros factores ligados a la independencia residencial de hombres jóvenes tuvieron un papel clave en esta tendencia. Por un lado, las transformaciones en el valor social por la calidad de las relaciones de pareja y la autonomía individual, ligadas al aumento de la inestabilidad conyugal, pudieron haber incidido en el aumento de los hombres solos. Por otro lado, otros factores coyunturales como las políticas antiinmigrantes y el desempleo en Estados Unidos, que propiciaron el aumento de la migración de retorno (voluntaria o forzada) a esta frontera, estuvieron también ligadas al incremento de los hogares unipersonales.
A pesar de que en los años de la década de 1990 se argumentó que la particularidad de los fenómenos fronterizos se explicaba por su componente urbano, este argumento no puede atribuirse al crecimiento de los hogares unipersonales de esta década. Tanto las zonas urbanas como las rurales de la frontera presentan niveles más altos de hogares unipersonales que a nivel nacional y su crecimiento en la década se explica en parte por la ubicación geopolítica de los municipios fronterizos en tanto que las deportaciones se realizan por los puntos de cruce fronterizo. Lo que queda en cuestión es qué tanto la colindancia con Estados Unidos favorece la difusión de los valores de realización personal y autonomía individual que pudieran estar acelerando el divorcio o la separación conyugal y la permanencia de hombres solos, además de los procesos de globalización cultural. Ésta es una interrogante que debe abordarse en estudios futuros sobre inestabilidad conyugal desde una perspectiva geoespacial.
Otra tendencia de los hogares fronterizos en la última década fue la ligera disminución en los hogares extensos y la persistencia de una alta frecuencia de hogares extensos lateralmente. A pesar de la abrupta caída de la inmigración interna, la corresidencia con hermanos, primos, cuñados, sobrinos y tíos siguió siendo un importante recurso para mitigar los riesgos económicos en la frontera norte. La crisis económica, el aumento de los divorcios y separaciones y el incremento de la inmigración de retorno internacional en la zona fronteriza pudieron haber influido en esta constante y compensar de alguna manera la disminución de los parientes inmigrantes del interior del país, quienes tradicionalmente se han concentrado en los hogares extensos y compuestos.
En la última década, también se registró un aumento en la jefatura femenina de los hogares fronterizos, comparable a la registrada a escala nacional.
El crecimiento de este tipo de hogares estuvo liderado por mujeres jóvenes, en hogares nucleares y extensos, y divorciadas, separadas o solteras. Sin embargo, que hoy haya más jefas con este perfil no significa necesariamente una ganancia en términos de autonomía femenina. Por un lado, los divorcios y las separaciones pudieran estar ligados a la falta de compromiso familiar de los varones y el mayor incremento de jefas en hogares nucleares podría estar indicando que los hijos están siendo cada vez menos un impedimento para la separación conyugal. Por otro lado, si bien el mayor aumento de las jefaturas se registró en los hogares nucleares, la corresidencia con otros familiares siguió siendo fundamental en los hogares encabezados por mujeres, lo cual puede estar ligado a la necesidad de compensar social y económicamente la ausencia de los cónyuges.
Estas tendencias en la estructura y jefatura de los hogares fronterizos en la última década apuntan hacia la intersección de complejos procesos estructurales y coyunturales. Por un lado, el proceso de envejecimiento de la población sigue en marcha y las manifestaciones demográficas de los procesos culturales ligados al valor por la autonomía individual versus el altruismo conyugal siguen evidenciándose en el aumento de jefas de hogar y de hombres solos. Por otro lado, procesos coyunturales tales como la crisis económica originada en Estados Unidos y las políticas antiinmigrantes y de seguridad de este país, así como los problemas de inseguridad en la frontera, han repercutido en el factor más importante de la dinámica demográfica en esta zona: la migración, la cual ha alterado principalmente la composición de los hogares extensos, compuestos y unipersonales.
Las transformaciones futuras en la estructura de los hogares fronterizos dependerán no sólo de las transformaciones culturales y demográficas de largo plazo, sino de los cambios en las variables migratorias y de las acciones gubernamentales que se realicen para reintegrar a los deportados de Estados Unidos a sus entidades de origen. La posible falta de redes sociales y familiares de los migrantes de retorno es un asunto preocupante que debe ser objeto de política pública, como el facilitar la reincorporación a la sociedad mexicana de quienes retornan de Estados Unidos. Estudios futuros deberán analizar las características y demandas de empleo, servicios sociales, de salud y de vivienda de estos migrantes de retorno internacional que carecen de una red de apoyo familiar en los lugares de arribo.
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Notas
1 En los hogares con migrantes internos recientes de la región norte, las posibilidades de vivir en un hogar compuesto o extenso fueron 5 veces y 2 veces mayores respectivamente a las posibilidades de vivir en un hogar nuclear en el año 2000.
2 El riesgo de divorcio y separación se vincula a la trayectoria de uniones de la mujer, pues éstos son más frecuentes conforme menor es la edad de la mujer a la primera unión y menor es la duración de esta unión, así como en las mujeres que vivieron en una unión consensual (Ojeda y González, 2008).
3 Sin embargo, si bien la participación de las jefas en el mercado laboral ha aumentado en las últimas décadas, la incorporación de éstas se ha dado en situaciones desventajosas, debido a la desigualdad socioeconómica y de género que existe en nuestro país (Rendón, 2003). La participación económica de las mujeres de acuerdo a su posición en el hogar no será analizada en este estudio, pues consideramos que requeriría un tratamiento especial, el cual rebasaría los objetivos del trabajo.
4 Estas tendencias coinciden con el descenso relativo de los hogares nucleares en México, pero son opuestas al ligero aumento de los hogares extensos a nivel nacional, de 23.2% en 2000 a 24.1% en 2010 (cálculos propios a partir del cuestionario básico de los censos de población).
5 El cuestionario ampliado arroja una sobreestimación de 1% en los hogares nucleares y extensos, y una subestimación de 1% en los hogares compuestos y unipersonales en los municipios de la frontera norte en conjunto.
6 La corresidencia con la familia extendida verticalmente en la frontera norte no registró cambios entre 2000 y 2010.
7 Fuera de la frontera, en promedio los hogares unipersonales tuvieron la frecuencia más baja de migrantes de retorno en 2010 (1.5%). Las frecuencias más altas de hogares con migrantes de retorno se ubicaron en los hogares extensos o compuestos, seguidos por los nucleares (cálculos propios con base en los microdatos del Censo de Población 2010).
8 Se registraron muy pequeñas diferencias en los niveles de jefatura femenina en la frontera norte entre el cuestionario ampliado y el básico (véase cuadro 6).
9 En algunos municipios de la frontera norte los niveles de jefatura femenina sí fueron mayores que a nivel nacional en 2010, como Tijuana, Mexicali, San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco y Nogales, así como en Ciudad Juárez.